sábado, 18 de julio de 2009

Codue Llama alas autoridades poner en acción todos los mecanismos y Recursos Disponibles para enfrentar la corrupción

Alarmados por los altos niveles de corrupción que se verifican en el país en todos sus estamentos, el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE) les reclama a las autoridades correspondientes poner en acción de manera urgente todos los mecanismos y recursos para que se tomen las medidas coercitivas de lugar a fin de evitar que el mal uso de los fondos del Estado continúe convirtiéndose en una práctica generalizada sin control y sin consecuencias penales para los responsables.
Lamentamos que frente a los últimos casos de corrupción denunciados, las autoridades no hayan tomado ninguna medida encaminada a detener el avance de esta perversa práctica. Consideramos que por el grave daño que le está haciendo la corrupción a la sociedad es hora de que pasemos de las palabras a los hechos.
Estamos consciente que la corrupción en nuestro país es algo más que un mero hecho delictivo, ya se trata de una cultura, de una práctica ligada al sistema político y al uso del poder, es por eso que su capacidad expansiva resulta tan abrumadora, por lo que a veces los esfuerzos por combatirla y enfrentarla resultan, en ocasiones, desalentadores y frustrantes, muy especialmente cuando sus promotores son las mismas autoridades que están llamadas a detenerla.
Es lamentable que desde el gobierno no se tomen iniciativas para aplicarle la ley a los corruptos. De nada vale que hagamos reformas a la Constitución si no estamos dispuestos a aplicar las normas más elementales de convivencia social. Estamos pidiendo que, por lo menos, las escandalosas denuncias de corrupción que se han hecho en las últimas semanas sean debidamente investigadas y que se pongan en marcha los procedimientos establecidos para enfrentar estos casos.
Los males restantes que gravitan sobre la sociedad dominicana no pueden ser atacados con efectividad si somos tolerantes y permisivos con la corrupción. Las pasadas pruebas nacionales fueron una muestra clara de que la corrupción es un problema cultural de profundas implicaciones y no meramente una figura delictiva, sino que es un monstruo maligno que está extendiendo sus tentáculos a todos los niveles de la sociedad.
Hacemos causa común con las demás instituciones de la sociedad dominicana que se han pronunciado para que se tomen acciones responsables para enfrentar la galopante corrupción que amenaza conducirnos al caos definitivo. No queremos que prevalezca un sistema que proteja y hasta promueva la corrupción. Queremos que la corrupción sea castigada, que constituya una vergüenza para quienes abusen de los fondos públicos. Que el repudio de la sociedad se haga sentir para quienes cometan actos de corrupción, sea en el manejo de los fondos públicos como de los fondos privados.
Es hora de que la reserva moral de esta nación se levante y le diga NO a la corrupción. Si no enfrentamos ahora la corrupción con valentía, nuestro orden social se está invalidando para perseguir y castigar cualquier otro delito. Si no enfrentamos la corrupción ahora, estamos permitiendo que el caos y el desorden penetren toda la sociedad y que el libertinaje y la barbarie sean los criterios que establezcan las reglas de convivencia.
Si lo que motiva el involucramiento en el narcotráfico es hacer fortuna de forma rápida y abundante, a pesar de los riesgos. ¿Qué sentido tiene luchar contra el narcotráfico en un sistema donde se tolera y apoya la corrupción? Es hora de que reflexionemos y revisemos con atención el modelo de sociedad que estamos construyendo. La corrupción es un cáncer tan dañino como el narcotráfico.
Nuestra nación se encuentra inmersa en una situación de corrupción generalizada. Ya no se trata simplemente de individuos que cometen actos corruptos, sino de un sistema de insanidad que está afectando a todos los sectores del país. La corrupción institucionalizada no sólo es sumamente nociva para la mayoría de la sociedad, sino que provoca el enriquecimiento ilícito de los “privilegiados”, mientras que las clases pobres y marginales están destinadas a pagar su costo.
Los Estados corruptos generan estructuras de injusticia que privilegian a los que ostentan el poder. La función del Estado y de las instituciones se ha desnaturalizado. En lugar de cumplir con los propósitos institucionales, los funcionarios han optado por servirse de sus cargos para sus fines particulares. La escandalosa desproporción salarial es solo una muestra de esta irritante realidad.
Los gobiernos dominicanos con su indiferencia, con su inacción contra la corrupción han promovido un sistema donde a los corruptos se les trata como reyes y señores. Incluso, estamos creando una cultura que le reconoce méritos a aquellos que cometen actos de corrupción de forma subrepticia sin dejar evidencias para ser enfrentados por la justicia.

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